A mí me caen bien los perros; juro que nunca los maltraté ni los maltrataría, y seguramente nunca en mi vida pensaría en envenenarlos. Ultimamente he salido rayado, ya que vivimos en una zona del DF en donde nuestros amiguitos perritos abundan. Aquí en la Condesa no es de extrañar ver a un cuida-perros arrastrando por la banqueta hasta quince de ellos, y confeso que deambulando por el quartier — por Calles Tamaulipas y Michoacán, por Parque España und so weiter — paso muchos y bellos momentos observando y admirando los animalitos caninos que se encuentran en tanta variedad y abundancia.
Sin embargo, no todos son como yo. A los perros de la Condesa alguién les está haciendo mal. En los últimos meses han aparecido avisos en las farolas de esta bien iluminada parte de la ciudad advirtiendo a los ciudadanos proprietarios de perros que algun(a) malhechor(a) anda por aí dejando en los parques alimentos apetitosos que hacen muy, muy mal a los estómagos normalmente tan robustos de las pobres criaturas. La notícia se propagó como la pólvora entre los dueños, y el número de perritos que se ven por Parque México ha disminuido notablemente. Incluso se hizo noticia en los telediarios nacionales — hace dos semanas las autoridades de la Procuraduría capitalina anunciaron que habían detenido a una viejecita de setenta y tal años sospechada de ser la autora de los delitos. Sin embargo, después de un breve periodo de investigación y (hay que admitir la posibilidad) mal trato del posible responsable la hipótesis de su participación fue abandonada y se le permitió volver a casa y al presumible desprecio de sus vecinos y ex-amigos.
Quiero ser claro: esto no es una confesión. Me di cuenta, al leer el primer aviso que vi por la calle hace varios meses, que el interés de un pinche gringo gabacho por los perros locales podría parecer sospechoso en este momento a alguién buscando a posibles culpables. Quiero nomás destacar varios aspectos del caso que me parecen significativos.
Vamos a abordar, antes de todo, un posible, y (a mi juicio) peligrosa pista falsa. Un aviso que me encontré la semana pasada convocava a los dueños de perros a una manifestación en el propio Parque México el sábado seguinte. Se les pedía a los asistentes que trajieron las correas (N.B.) de sus mascotas sin el animal para expresar su solidaridad con los caninos caídos en los últimos meses. Esto, hay que admitirlo, es un paso falso. Aunque ha siempre habido rumores maliciosos contra aquella comunidad asiática tan bien arraigada aquí en el DF, no existe ningun tipo de evidencia que los restaurantes de los que hay tantos en la Zona Rosa de la cuidad hayan sequestrado a nuestros compañeros caninos para preparar sus deliciosos bosintangs o apetitosos 개고기 전골s, y tampoco tienen razón los que les apuntan el dedo con respecto a la campaña de intoxicación de los perros. Tal sugerencia taimada y (hay que decirlo) francamente racista tiene que ser claramente rechazada. Es más probable que las personas que se la plantearon estén buscando un cane espiatorio — quizá ellos se han hartado de pagar a los cuida-perros y decidido que sus animalitos son un coste que ya no soportan más?
Yo quiero delineare una teoria sobre lo que está pasando con en envenenamento de perros en la Condesa. Yo creo que hasta el momento las indagaciones han, como solemos decir en inglés, ladrado al árbol equivocado. Es que hasta aquí se ha buscado a los culpables entre la comunidad humana. Pero no son humanos los que han sido envenenados. Son perros. Si quieren saber mi opinión, es que hay que enfocar la investigación entre la sociedad perrina. Sabemos que los perros son animales inteligentes, con emociones, capables de actos inspirados por el amor, la lealdad, la bondad…porqué no la crueldad, el pique, el resentimiento — sentimientos, digamos, mas animales? En vez de mandar unidades de policías aburridisimas y effectivamente inutiles a patrullar Parque México, porqué no pedir la ayuda de Scooby Doo, Inspector Rex o incluso el siempre-intrépido Dogtagnan para olfatear el sospechoso? Así el caso de los perros envenenados en Parque México podría venir a ser simultaneamente más sencillo y más complejo que parece.